La gran Orquesta de la Ciudad fue el soporte perfecto para ese fin. Su vocación y carisma sinfónico tejió, con ímpetu y a cabalidad, los acordes que dieron cuerpo y acariciaron voces con sabor a tradición como las de Los Cambitas y Sonia Barrientos. Los grupos instrumentales marcaron la transición que representa Tingo Vincenti con No hay tierra como mi tierra y el arraigo que significan los yarituses javiereños con sones misionales. El tenor Francisco Velasco sorprendió y conquistó con su potencia lírica. La cuota de contemporaneidad la puso Ronaldo Vaca Pereira. Con la voz de Laura Camacho en aire de jazz-pop, el concierto se mantuvo en clímax hasta su canto del himno cruceño. El rock de las cuerdas de Glen Vargas coronó una actuación memorable
Monday, September 30, 2013
La Orquesta de la Ciudad toca la cúspide de la emoción
La gran Orquesta de la Ciudad fue el soporte perfecto para ese fin. Su vocación y carisma sinfónico tejió, con ímpetu y a cabalidad, los acordes que dieron cuerpo y acariciaron voces con sabor a tradición como las de Los Cambitas y Sonia Barrientos. Los grupos instrumentales marcaron la transición que representa Tingo Vincenti con No hay tierra como mi tierra y el arraigo que significan los yarituses javiereños con sones misionales. El tenor Francisco Velasco sorprendió y conquistó con su potencia lírica. La cuota de contemporaneidad la puso Ronaldo Vaca Pereira. Con la voz de Laura Camacho en aire de jazz-pop, el concierto se mantuvo en clímax hasta su canto del himno cruceño. El rock de las cuerdas de Glen Vargas coronó una actuación memorable
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