¿Cómo empieza a tocar el piano?
T.L.: Empecé a tocar el piano a los 11 años, a esta edad yo tenía una visión clara de que quería ser concertista, pero también pedagoga. En Cochabamba había una academia que da artistas consagrados y fue ahí donde comencé. La influencia de mi familia también ha sido grande. Mi tío es Eduardo Laredo, Jaime y Carlos Laredo son mis primos, los dos reconocidos violinistas internacionales.
¿Actualmente en qué se encuentra?
T.L.: Ahora estoy trabajando con la musicoterapia. Enseño como curar enfermedades con la música. Llega a curar el cáncer y enfermedades terminales. En el libro que he escrito sobre musicoterapia cuento la historia de una mujer que tenía coágulos de sangre después de haber tenido a su bebé. Escuchó el disco que ahora está a la venta y luego se hizo los exámenes y ya no los tenía. Las ondas sonoras son capaces de transformar las células en vidrios puros.
¿Cuál es su relación con el piano?
T.L.: Es un instrumento muy armónico y completo. Y cuando el instrumento es bueno es una relación extraordinaria. Es una fineza y una potencia al mismo tiempo. Aunque me gusta tocar más el arpa, el piano te puede dar una intensidad y una finura, es bastante noble y el rey de todos los instrumentos; pero el arpa me desata una emoción que nunca he sentido con el piano.
¿Qué sintió la primera vez que tocó?
T.L.: Fue a los 15. Me encantó. Yo tenía una maestra que se llamaba Elvira Aguirre de Gumusio y ella me dijo: "Tu tienes tantas obras lindas, tienes que dar un recital". De esta manera toqué en el entonces cine teatro Capitol, donde ahora esta Ficos show. El dinero de mi primer recital fue para los huérfanos de la Gota de Leche.
¿Qué motivos la ha impulsado a seguir?
T.L.: Son dos los motivos que me llevan a seguir con mi arte, el hacer algo para ayudar a las personas y el mensaje de paz que uno pueda dar a través de la unidad y del encuentro y no así de la confrontación.
¿Cómo se siente después de un concierto?
T.L.: Es una exultación del alma y es una alegría al haber dado lo máximo. Al terminar de tocar yo tengo ganas de hablar con la gente. Es bello compartir con el público.
¿Qué le recomendaría a los artistas?
T.L.: Humildad es lo que deben tener los artistas y no la competición. Es importantes que el artista guarde una modestia, siempre aprendemos hasta el último momento de nuestras vidas. También deben tener un sentido universal, ser una persona abierta y no creer en jerarquías de la música.
¿Cómo ve el progreso de la música en el país?
T.L.: Mucho progreso. A París fueron unos chicos de Moxos y la gente quedó sorprendida. Lo hacen superbien.
¿Cuál es su recuerdo más bonito?
T.L.:El más sagrado, hablando musicalmente, fue cuando escuche a Richard Wagner en una ópera. Un concierto que duró 4 horas. No sentía sed, ni hambre, fue una de esas cosas maravillosas que te da la vida porque para ese concierto se deben comprar las entradas 2 años antes.
"Soy parte de la sociedad protectora en Suiza. Todas mis composiciones están protegidas. Cuando las tocan en radio o usan en obras de teatro, me dan platita. No soy Beatles, pero recibo algo".
Teresa Laredo
Artista y Concertista Cochabambina
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