“¿Qué más quiere un actor que morir en el escenario?”. Solo seis días después ingresó a terapia intensiva por una descompensación en la tiroides y allí permaneció hasta ayer, cuando a las 6:15 un paro cardiorrespiratorio se llevó al entrañable maestro, al mudo, a Rufino, al correo y a todos esos personajes con los que se ganó a los cruceños desde 1988.
Desde ayer los colegas, amigos y seguidores del actor montereño expresan su pesar a través de las redes sociales, donde escribieron palabras de reconocimiento por su aporte al arte y para dedicarle aplausos eternos.
Azalea Castro, su hermana, contó que el actor no deja su legado en descendencia pues no tuvo hijos ni se casó, porque, como decía, “se casó con el teatro”; sin embargo, quedan sus múltiples personajes, como Rufino, un migrante de Occidente, que creó e interpretó junto al Camba Florencio para publicidades televisivas.
El querido maestro
En 1988 José Castro se enlistó en la compañía Casateatro, grupo con el que se estrenó en la obra Laberinto, de Óscar Barbery, en la que interpretó al maestro, personaje que le valió el sobrenombre con el que lo recuerdan en el ámbito artístico. “Comenzó y acabó con las obras de Barbery”, expresó el director de Casateatro, René Hohenstein, en alusión a Laberinto y a Tu nombre en palo escrito, esta última también montada en 2014.
Hohenstein lo recuerda como una persona tranquila, simpática y muy querida, y como un excelente actor característico.
Por su parte, Rosendo Paz, colega con el que compartió múltiples temporadas, el maestro tuvo la satisfacción de interpretar en los últimos años a sus papeles más queridos, como él mismo se refirió al mudo, de Club de Caballeros y al correo en Tu nombre en palo escrito
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