El padre de El trasnochador tocó sus últimos acordes ayer. El compositor favorito de Gladys Moreno, el hombre al que buscaban Raúl Otero Reiche y Hernando Sanabria Fernández para volver canción algunos de sus poemas, falleció ayer. Nicolás Menacho Tarabillo murió a las 13:30 a los 92 años y deja en este mundo un legado de más de 200 composiciones, entre las que se encuentran algunas de las más valoradas de la época de oro de la música oriental: El carretero, En la Pampita o Cortando el sur.
Nacido el 21 de enero de 1921 en Santa Cruz de la Sierra, era hijo de Eulogio Menacho, abogado, y de Leocadia Tarabillo. Destacó desde joven como músico en los actos cívicos de los colegios Obispo Santistevan, Nacional Florida y Nacional de Comercio. Persiguiendo esa vocación se fue a estudiar a la Escuela Nacional de Maestros, en Sucre, donde se graduó de maestro de música, teoría y solfeo. También hizo cursos de composición y dirección de orquestas en Argentina.
Cuando regresó a Santa Cruz de la Sierra, fue el profesor del colegio Nacional Florida y el instructor de teoría musical de la Escuela de Bellas Artes Víctor Serano. Por eso todo el que lo conocía se refería a él como “profesor”.
A mediados del siglo pasado, en las tardes, cuando el sol daba una tregua a los cruceños, en las aulas de la Escuela de Bellas Artes se reunía con Raúl Otero Reiche para hacer música cruceña. La primera composición que nació de la sociedad Otero-Menacho fue Poema oriental. Fue en 1947. En 1950, la mancuerna ya producía éxitos como Trago patrón, Cortando el sur o Pensando en ti.
Según Armando Terceros, líder de Los Cambitas y autor del Libro de Oro de la música cruceña, antes de que ambos se sentaran en los bancos de la Escuela de Bellas Artes, había música cruceña, se componían taquiraris, carnavales y chobenas, pero estaban más destinadas a ser tocadas por la banda. Con “Nicolás Menacho y Raúl Otero Reiche, la música oriental entró al salón”, dice Terceros.
Terceros tiene su propio Olimpo de compositores orientales integrado por Susano Azogue, Godofredo Núñez, Percy Ávila y Nicolás Menacho. Del primero lamenta que no haya tenido un gran letrista como socio. De Núñez destaca la alegría de su música y de Ávila lo popular que fue. Sin embargo, los tres componían para la ciudad, con una fuerte carga de palabras que solo podrían ser entendida en Santa Cruz de la Sierra (Alfredo Zitarrosa debió dar un pequeño glosario a su público antes de entonar El camba en Uruguay), pero eso no sucedía con Menacho. “Su música era más universal”, explica Terceros.
Esa ‘universalidad’ de letras se mantuvo con letristas como Sanabria Fernández, Luis Darío Vázquez, Óscar Barbery Justiniano y Pedro Rivero Mercado.
Pero había otro sello de distinción entre Menacho y los otros grandes músicos de su generación y esto era responsabilidad solo suya: la melodía. César Scotta, arreglista y director de orquesta que trabajó con Menacho para los Festivales Sombrero ‘e Saó y otros espectáculos, cree que era un gran diseñador de melodías, alguien que sabía muy bien diseñar su música para que se volviera inolvidable. Cree que se merece un gran homenaje de la ciudad.
Alguien que trabajó también con Menacho Tarabillo fue Édgar Lora. Lo tuvo como jurado de los festivales Sombrero ‘e Saó en los 80. Lo recuerda como un caballero puntual, que fundamentaba de forma sólida sus fallos y trataba de juzgar siempre a cabalidad. Lora dice que era un gran conocedor de las formas y estructuras de la música cruceña, pero también del folclore latinoamericano. Cree que a los jóvenes les convendría analizar las composiciones de Menacho para aprender de ellas.
Suma otra característica de Menacho. Considera que junto a Godofredo Núñez y José René Moreno fueron compositores que pensaron sus obras para ser cantadas y bailadas y que alcanzaran ese aire cruceño que Lora hoy extraña en las composiciones. “Nicolás Menacho fue un hombre de palmeras, de noches de luna, de Piraí y de cambas preciosas. Fue un gran caballero que amaba la música. Sus obras junto a Raúl Otero y Hernando Sanabria, son las mejores, como letra, arte y poesía. Hoy con tres peladas para pasar el carnaval cualquiera baila”, comenta Lora.
Florecer de la música
Armando Terceros explica que con las primeras composiciones de Menacho, comenzó a florecer el folclore oriental. No lo hizo él solo, sino fue parte de una generación de compositores irrepetible, pero sus composiciones junto a Otero Reiche se comenzaron a grabar rápidamente.
Uno de los ejemplos es que en el primer disco de larga duración de Gladys Moreno, dos de sus éxitos salieron de la inspiración de Menacho, Trago patrón y El carretero.
Pero su producción no se acaba con su partida física. Le dejó una herencia a Terceros, cuatro composiciones (taquiraris, chobena y carnaval) que serán grabadas en las próximas semanas. Así, los nuevos acordes de Nicolás Menacho sonarán para siempre en Santa Cruz.
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