Sunday, April 23, 2017

El teatro boliviano, sin apoyo, lucha por crecer


La primera versión del Festival Internacional de Teatro de Santa Cruz fue en 1997; 20 años después este evento, organizado siempre por la Asociación Pro Arte y Cultura (APAC), se ha consolidado y es un referente de las artes escénicas a escala nacional, donde cada dos años acoge a importantes grupos bolivianos y extranjeros.

El festival es un escenario importante para los elencos de Bolivia, que dialogan con el público y con otros actores, dramaturgos y directores durante diez días y así aprecian distintas formas de trabajo.
La firmeza del festival y el cada vez más creciente desarrollo teatral en el país van en contracorriente con las políticas culturales del Estado, que pocas veces se ha preocupado de lo que sucede en las tablas.

EL DEBER consultó a cinco directores bolivianos cómo ven la actual figura del teatro que se hace en el país.

Su propia lucha
“A mí me parece que de todas las artes, el teatro en Bolivia tiene su propio profesionalismo, tanto por como se produce como por la calidad de la propuesta”, dice Kike Gorena, del Teatro La Cueva, de La Paz.

“Es importante el compromiso que cada uno tiene, la motivación de la gente del teatro. Hay una necesidad de buscar y encontrar sus propias estéticas. De cada director surgen propuestas muy interesantes”, agregó.

Ubaldo Nállar, que participa del festival con el elenco Shakespeare Company, observó que hay más actores y más grupos que antes, pero no ha habido un acompañamiento ni del Estado ni de la Gobernación ni del municipio hacia el teatro. “No hay fondos concursables ni otro tipo de apoyo. Es notorio que la sociedad civil está más interesada en el teatro, pero no ha habido políticas culturales para un mejor desarrollo”, manifestó el director cruceño.

Sin políticas estatales
Wara Cajías, que trabaja con el elenco Octáfono de La Paz, es más pesimista y piensa que el teatro está pasando actualmente por una profunda crisis debido a esta falta de políticas culturales en los últimos diez años. “Hay una falta de entendimiento de las atribuciones que tienen las instituciones gubernamentales que se dedican a la cultura, ya que más que producir sus propios eventos o conciertos, deberían gestionar estas cuestiones culturales y dejarles la producción a los propios artistas”, comentó Cajías, que además pidió que hayan más fondos concursables que beneficien al teatro.

Juan Rodríguez, director del grupo Paralamano de Sucre, cree que el teatro boliviano siempre fue de características humildes en el aspecto económico “Tiene muy poco apoyo gubernamental y de instituciones privadas, eso posiblemtne hace que sea el más interesante para ver, porque estamos siempre buscando nuevas formas de desarrollar nuestra creatividad”.

Para el titiretero, a pesar de las limitaciones el teatro boliviano sigue creciendo y se siguen abriendo espacios para nuevas generaciones. El teatro boliviano es de resistencia y bajo esa línea se dará paso en un futuro a nuevos dramaturgos, actores y directores”, comentó Rodríguez.

Más propuestas
Finalmente, Bernardo Arancibia, del Teatro Grito de La Paz, manifestó que el teatro boliviano sigue con la fortaleza de seguir creciendo. “Hay mucha gente que sigue haciendo teatro y ha decidido solo vivir de él y eso es muy importante”, dijo Arancibia, que apuntó que lo que falta son más espacios de formación, más sitios de intercambio de trabajo, más fondos de concurso que puedan hacer sostenible esta actividad. “Creo que la conquista más importante es generar más público, todavía las salas siguen estando vacías de público. Hay una responsabilidad de no bajar la guardia y de buscar propuestas más novedosas”, mencionó

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