Thursday, September 4, 2014

Julio González. El artista cambia de lugar y se pone delante de la cámara.

Odia ponerse traje, que la gente hable estupideces sin pensar, no le gusta abusar del Photoshop, fotografiar misses porque no las ve como un desafío, ni hacer fotos para carné. Ama los cuerpos desnudos, tiene química inmediata con las personas cultas e interesantes y se muere de ganas de fotografiar a un político durante una semana en sus facetas más íntimas, sin estorbos protocolares. Julio Ernesto González Sánchez es lo que se ve. Dice lo que piensa con tanta clase, que con una sonrisa arregla la crítica más ácida.

Tiene 30 años, estudió Arquitectura en la Upsa, pero apenas la ejerció durante tres años y prefirió quedarse con la Fotografía. Ha expuesto en varias ciudades del mundo, pero en Santa Cruz es más famoso por sus portadas en EL DEBER y books, y dice que septiembre incrementa su trabajo en 200% por la Fexpo y el cambio de temporada.

¿Te va bien? Hay un montón de fotógrafos.
Siento que hago el mismo trabajo que hace cinco años. Le doy el mismo cuidado; no me gusta hacer fotos porque sí, no descanso hasta tener "la foto"aunque tenga que disparar 300 veces. Veo más fotógrafos que antes, hay gente estudiada que debería tener ventaja sobre mí, pero algunos dejan escapar cosas sutiles y básicas. No sé si soy exitoso, pero creo que me hice conocer bastante.

¿Seguís exponiendo?
Hartísimo. Lo que pasa es que la repercusión aquí es nada, la última fue en agosto en Chile y me están invitando a una en Buenos Aires en octubre. He tenido exhibiciones individuales y colectivas en ciudades de Brasil, Chile, Estados Unidos e Inglaterra.

¿Te gusta la figura humana?
Me encanta, me parece un territorio muy explorable. Sobre todo ahora, más que nunca, con la cirugía plástica y el fisiculturismo, el cuerpo se ha convertido en una cosa muy bella.

¿Qué buscás con tus fotos?
He retratado todo tipo de personas y rescato lo bello porque creo que todas tienen ese principio. Lo que pasa es que hay bellezas evidentes y otras por descubrir, yo parto de ese pequeño principio y lo exploto. Hasta la persona con mayores problemas de deformidad tiene un brillo en la mirada. Es mi búsqueda.

¿Y qué papel juega el Photoshop en tu trabajo?
Todas mis imágenes lo tienen, aunque suelo ser crítico con esto porque en Santa Cruz se llega a niveles absurdos. No sé si parte de la cultura de aceptarse un poquito más, entiendo que a los fotógrafos nos exigen, pero hay medidas para que sea más natural. Cuando las personas llegan a un nivel donde no se reconocen y pierden ciertas proporciones, ya pasaron el límite. Sin embargo, no juzgo, cada quien es libre de usar el Photoshop en la medida de su felicidad.

¿Qué te falta por hacer?
Me gustaría tener una semana con el presidente, o con cualquier otro presidente, mostrar la realidad de un político fuera del protocolo. Es que la fotografía destinada a la política es más mentirosa que la de moda.

¿Qué no harías?
Me encantan los retos, me gustó fotografiar a una chica ciega, otra de talla baja, pero por ejemplo las misses no me gustan, no me representan un desafío porque ya están estructuradas, ya saben cómo hacer sus fotos, pero lo hice varias veces. Nunca podría tener un fotoestudio para fotos de carné; es lucrativo, pero no me siento cómodo.

¿La figura de tu madre es muy fuerte para vos?
Siempre he sido muy unido a ella, hemos hecho muchas cosas juntos. Como que en Santa Cruz hay mucha cultura de madre abnegada, era algo sagrado, intocable, había una concepción casi divina de ellas.

¿Cómo está ella ahora?
Tuvo un derrame y tenía principios de neumonía, está internada hace tres meses. Uno va viendo mejoras, pero la salud aquí es terrorífica y todos vamos a pisar un hospital.

¿El momento difícil te mostró buenos amigos?
Nunca les pedí algo, se movieron por voluntad propia, porque no sabía ni cuánto iba a necesitar, yo seguía en shock. Esto me ayudó a valorarlos un poco más, algunos saltaron al nivel en que yo decido cuidarlos. Para mí, Dios es el grupo de amigos, personas que dedican un tiempo a otro ser vivo que no sean ellos mismos. Mis amigos son gente interesante y culta, no tolero la ignorancia como pretexto para justificar cosas. Ser inteligente no es una capacidad física del cerebro, sino una búsqueda por saber; soy prejuicioso con la gente que habla estupideces sin pensar.

¿Cómo va el amor?
Un vidente peruano me dijo que me enamoraría a los 33 años. Tengo tres años para saber si existe o no esa persona. Dios dirá

No comments:

Post a Comment