Saturado de la prisa que imponen las obligaciones, perturbado por el paso del tiempo que transforma la rutina en ansiedad y decidido a iniciar una búsqueda que lo lleve a un nuevo encuentro con su ser creativo, Heberth Román tomó sus pinceles, los manchó de óleo y acuarela y empezó a dar forma sobre el lienzo a las ideas que rondaban en su cabeza. Plasmó sensaciones, cambió las sombras por figuras más definidas y agregó los colores, esos que dan vida a sus obras y que se convierten en el testimonio de una labor, la de un hombre dedicado más de cinco décadas a su oficio.
El resultado es una muestra de 22 cuadros de diversos formatos que marcan el retorno, de forma individual y después de ocho años, del artista plástico cruceño a las galerías. Román expone sus pinturas desde el jueves en el hotel Los Tajibos.
Los personajes que han caracterizado la mayor parte de su obra están presentes en esta muestra, es decir, hombres corpulentos con marcadas desproporciones anatómicas y la mujer en las diversas facetas que interesan al artista.
Aunque sus cuadros reflejan sus emociones, rechaza esa idea de que a la inspiración hay que esperarla, sino que debe encontrarlo trabajando. “Mi pintura es figurativa, pero muy personal, son imágenes que reflejan mi visión de las cosas. La influencia siempre existe, porque una cosa nunca viene sola, pero el artista debe ser honesto por sobre todo”, dice el hombre que valora el dibujo como la técnica madre del trabajo artístico y la creatividad.
Miradas
Motivación. Es lo que el joven artista precisa, según Román. “Son los padres los llamados a motivar a sus hijos porque siguen creyendo que ser una artista es vivir de forma miserable”, asevera Román. “Los adultos necesitan ser educados sobre el arte, pues no saben el significado, la importancia ni la influencia que tiene en la actividad humana”, añade el actual docente de la carrera de Arte de la Uagrm.
Presidente de la Asociación Boliviana de Artistas Plásticos (ABAP), Román aún sueña con un tren-museo que cruce el departamento mostrando lo mejor del arte del país. Afirma que seguirá buscando la manera de que los artistas cuenten con un seguro de salud, para que no tengan que correr la misma suerte que los extintos Marcelo Callaú y Herminio Pedraza. Asimismo, recuerda que a través de la institución que preside propuso que el Viceministerio de Cultura se eleve al rango de ministerio.
Desde que asumió, hace seis años, se puso como meta unificar el gremio, poner la casa en orden y que cada sector tenga su representación; sin embargo, se quejó de que en otras ciudades intenten desconocer su gestión.
Y no es de lo único que se queja. Desde la puerta de su taller muestra la escultura en bronce del gran poeta Raúl Otero Reiche que permanece en el patio, a la intemperie, cubierta con plástico. Se trata de una obra encargada por el municipio cruceño que debía lucirse al frente de la Casa de la Cultura y que sigue aguardando la decisión de las autoridades, que según el autor no se atreven a pagar por una estatua de bronce, a diferencia de las de cemento que abundan en la ciudad y cuyo costo es menor
OPINIÓN
MUJER, RAZA Y PUEBLO, TRILOGÍA DE LO ETERNO
ÉDGAR LORA GUMIEL - ESCRITOR
La manifestación artística más difundida y de mayor significación cualitativa en Santa Cruz es la pintura. Una acelerada expansión de las artes plásticas cruceñas generó, en las dos últimas décadas, valiosas proyecciones estilísticas e importantes perspectivas estéticas. Heberth Román se inscribe en la generación vanguardista de los pintores cruceños y su presencia marca un protagonismo estelar que ha trascendido lo regional, ubicándolo entre los artistas más sobresalientes de la plástica.
Rebelde y revolucionario en la forma, enérgico y dinámico en el movimiento y agresivo en el color, Román abre surcos, marca derroteros y siembra esperanzas. Todo artista sondea las profundidades de su ser y extrae desde allí su percepción de la vida, la comprensión de su entorno, la valorización de su cultura, la imagen de su identidad. De su confrontamiento crítico y de la lucha entre su sensibilidad creativa y su concepción del arte, surge al fin la obra. En Heberth Román, el desafío no tiene tregua, produce infatigablemente devorando temas, reanimando realidades, destruyendo mitos, sepultando esquemas y convencionalismos. Más allá de la sensación y emoción impresionista que impacta en sus cuadros, está su mensaje de libertad y experimentación constante.
El oriente boliviano es el color del sol, fuerte, fértil, turbulencia, convulsión y cambio, su arrolladora magia para lograr óleos de insolente soberbia y majestuosidad. Heberth nos avasalla, traspasa nuestro umbral de defensas preceptistas y consigue comunicarnos sus inquietudes, su vorágine.
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