Wednesday, November 12, 2014

Autora del Alma de niño recibe Cóndor de los Andes


La profesora Gladys Rivero Nogales de Jiménez amplió su larga trayectoria de premios y distinciones al recibir ayer el Cóndor de los Andes en la categoría Caballeros, máximo reconocimiento que otorga el Estado boliviano a ciudadanos. De esta forma, el país reconoció el aporte de Rivero a la educación boliviana, consagrado en los 60 libros de su autoría. El vicecanciller, Juan Carlos Adurralde, fue el encargado de entregarle la distinción.

Por su parte, Rivero expresó su agradecimiento a Dios, al Gobierno, a los maestros jubilados, pero sobre todo a su madre, a quien calificó como una mujer de grandes ideales, y a sus hijos por el apoyo incondicional.
El Estado boliviano, a través de la Asamblea Legislativa Plurinacional, consideró importante reconocer el esfuerzo de Rivero, pues lleva seis décadas escribiendo libros, que además de enseñar a leer y escribir despiertan la creatividad de los niños y sirven de guía para el maestro.
Sus obras que lograron mayor impacto son Primeras luces y Alma de niño.

“Los maestros jubilados que han gestionado esta distinción me dijeron que en la Asamblea nadie se opuso a que se me otorgue este reconocimiento, uno de los más importantes en mi vida”, dijo Rivero.
Rivero, madre de tres hijos varones, que le han dado 9 nietos y 12 bisnietos, a pesar de haberse retirado de las aulas, sigue apasionada por los libros, pues a sus 92 años se encuentra proyectando 16 obras más en las áreas de matemáticas, lenguaje, ciencias y sociales para primaria.

Por su labor ha obtenido varios premios y distinciones, entre ellos está la medalla al mérito municipal, otorgado por la comuna cruceña en 2011.

Alumna destacada
Rivero destaca la visión e inteligencia de su madre para decidir, en aquellos años, que sus hijas dejen Buenavista, lugar donde nacieron, para estudiar en el colegio Santa Ana de la capital cruceña. En este colegio cursó algunos años de primaria, donde fue eximida de primero a segundo y luego a tercero, porque había aprendido por su cuenta a leer y a escribir. Fue precisamente en este centro donde nació su vocación por la docencia, aunque también admite que en un momento quiso ser maestra-monja.

La secundaria la cursó en el liceo de Señoritas, donde fue alumna abanderada y cuyo esfuerzo le valió, junto al mejor alumno del Nacional Florida, una beca para estudiar medicina en Buenos Aires, pero ninguno de los dos la aprovechó por falta de dinero para los pasajes.

Una vez bachiller rindió examen para ingresar a la Normal de Sucre, pero pasaron tres meses y al no llegar los resultados, su madre decidió viajar con ella hasta esa ciudad. Fueron 11 días de viaje en camión.

En Sucre aprobó el examen de ingreso y por su buen desempeño le otorgaron una beca hasta que culminó su formación como maestra. Trabajó un año en la capital cruceña, luego se trasladó a La Paz, donde se casó y vivió durante 62 años, pero nunca dejó de venir a Santa Cruz y tampoco perdió el acento camba


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