El X Festival Internacional de Teatro de Santa Cruz de la Sierra (Fitcruz) concluyó ayer, dejando abierto el espacio a la hora de hablar de los pros y los contras de lo que fue su desarrollo y organización.
Uno de los puntos en los que más se ha hecho hincapié es en la parte técnica, en las insuficientes condiciones con las que cuentan los teatros y salas de la ciudad. El sábado, después de la primera presentación que tuvo la compañía boliviana Teatro de los Andes, en la Casa de la Cultura Raúl Otero Reiche, la actriz Alice Guimaraes, al momento de agradecer al público, pidió que se acondicionaran mejor estos escenarios. “Nosotros somos muy obsesivos con este tema porque nos interesa brindar un buen espectáculo. Y aquí nos cuesta mucho”, manifestó Guimaraes.
“Creo que el Fitcruz debe posicionarse como uno de los más importantes de América Latina, y para eso fundamental que las salas se acondicionen de mejor manera. Había espectáculos importantes que queríamos programar, pero no lo hicimos porque requerían muchos equipos técnicos difíciles de conseguir acá”, mencionó Marcos Malavia, que fue el programador de esta edición.
Hacerlo más participativo
El actor cruceño Ariel Vargas, que participó en dos obras, resaltó el buen nivel de las obras internacionales, mientras que pidió hacer algo para que, en la próxima edición, las obras bolivianas cuenten con más asistencia. “APAC invierte para traer elencos nacionales, y para que estos terminen actuando para 20 personas, creo que no se ve bien”, dijo Vargas.
Además, el integrante del grupo Teatro Choboreca dijo que lo que más extrañó en esta versión fueron las funciones en los centros culturales y en las calles. “El festival debería ser mucho más popular, que eso no se pierda, que la gente se sienta parte de este encuentro”, acotó Vargas.
Una idea similar tiene el actor y dramaturgo Alejandro Molina, que, a pesar de no haber asistido a todas las obras, notó “que la alegría de los primeros festivales se ha perdido, las ediciones van tornándose más frías. Pasa en todos los festivales, llega un punto en que la logística va más allá de la amistad. Parece que él espíritu de don Marcelo Araúz nos hace falta, el tenía mucho carisma”, señaló Molina, recordando los años en que Araúz dirigía el festival.
Molina lamentó que los talleres que se programaron en el Fitcruz se hubieran efectuado en la Escuela Nacional de Teatro, ya que por la distancia muchos no pudieron asistir.
OFF Festival
El OFF Festival, que no entraba en la programación del festival y reunió obras de elencos bolivianos independientes, tuvo una buena acogida del público y también buenas críticas de sus presentaciones.
La directora y dramaturga Claudia Eid fue una de las productoras del OFF. “Nos fue mucho mejor de lo que esperábamos, el horario era conflictivo, pero tuvimos sala llena para todas las funciones. Tuvimos un promedio de 50 personas por función, que en realidad es sala llena para la capacidad del espacio”, explicó Eid. “El OFF comienza a constituirse como un movimiento de actividad constante, la muestra es un gran logro y pudimos cumplir nuestro propósito, que era nutrir más la plataforma nacional en el festival”, concluyó Eid, que vino con su elenco El Masticadero de Cochabamba
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